OTRO REINO. Jorge Muñoz Gallardo. Nemesio Cuadrado, ciertamente no era cuadrado sino más bien redondo. En realidad era un chico de cinco años, bastante gordo. Su padre, un rico empresario, aparecía poco por la casa, los viajes y los negocios lo mantenían ocupado. Su madre vivía en los salones de belleza y las reuniones sociales. La única compañía de Nemesio ERA La mulata Odet. Sea por ansiedad, tristeza o depresión, el chico comía en forma exagerada. Su peso subía constantemente, su vientre, sus extremidades, se aflojaban y redondeaban, iba transitando hacia la esfera. De nada servían los cuidados de odet, Nemesio se las arreglaba para intrusear en la cocina, la despensa, como un animal hambriento, comía y engordaba. Lo primero que perdió fueron los pies, luego las piernas, se desplazaba dando botecitos, también rodando. Más tarde desaparecieron sus manos y enseguida los brazos. Lo último en perder fueron sus bellos ojos claros, de mirada triste, ya era un globo. Odet siguió prodigándole su infatigable ternura, hasta que una mañana la fiel criada abrió el amplio ventanal que daba al jardín para que entrara el cálido sol primaveral. Entonces llegó Nemesio, saltó al sillón, de ahí al marco de la ventana y permaneció un instante inmóvil, giró suavemente, de pronto, una brisa lo cogió y empezó a elevar cada vez más rápido en la inmensidad celeste. La asombrada Odet, que no apartaba los ojos de Nemesio que apenas se divisaba allá en lo alto, juntó las manos en actitud de orar, luego dijo: “El pobrecito es de otro reino”.

  Volver atrás  

Compartir en redes sociales

• 
• 

Esta página ha sido visitada 196 veces.